18 julio 2008

CARTA DEL SUPERIOR GENERAL PARA TI Y PARA MI...

Roma, 18 de julio del 2008 Aniversario de la primera aparición de la Santísima Virgen a Santa Catalina Labouré A todos los miembros de la Familia Vicentina.

Mis queridas hermanas y hermanos:

Puestos en libertad 167 niños vendidos como mano de obra barata a fábricas chinas. Vivían en semiesclavitud y trabajaban 300 horas mensuales por 50 centavos de dólar la hora”

“Miles de inmigrantes huyen del estallido de violencia en Sudáfrica".

“La ONU lanza una alerta dramática contra el hambre. Unos 800 millones de personas sufren escasez por la subida de precios”

“Una mujer maltratada, sin casa y embarazada pide ayuda para no perder la custodia de sus cinco hijos. Solicita, desesperada, un trabajo y una vivienda para seguir al lado de los que más quiere


Al dirigirme a todos los miembros de la Familia Vicentina con motivo de la jornada de oración en torno a la Fiesta de San Vicente, he pensado empezar mi comunicación con estos titulares de prensa pues, ante ellos y otros similares, me pregunto muchas veces ¿quién está haciendo algo para aliviar tantas situaciones de sufrimiento como hay en nuestro mundo? ¿qué estoy haciendo yo, qué más podemos hacer nosotros, personas de buena voluntad, seguidores de Jesucristo, miembros de la Familia Vicentina? Es mucho lo que podemos y estamos llamados a hacer, inspirados por la vida de Vicente de Paúl, cuya fiesta vamos a celebrar, una vez más, el 27 de septiembre.

Es el mismo Vicente de Paúl el que, dirigiéndose a los Misioneros exclama:
¡Ser cristiano y ver afligido a un hermano, sin llorar con él ni sentirse enfermo con él! Eso es no tener caridad; es ser cristiano en pintura; es carecer de humanidad; es ser peor que las bestias.” (Coste XIb pág.561)

Permítanme que les recuerde también lo que nos decía el Papa Pablo VI en su bellísima Encíclica Populorum Progressio:
“Porque a nadie le es lícito permanecer indiferente ante la suerte de sus hermanos que todavía yacen en la miseria, son presa de la ignorancia o víctimas de la inseguridad. Que el corazón de todo cristiano, imitando al Corazón de Cristo, ante miserias tantas se mueva a compasión y exclame con el Señor: Siento compasión por esta muchedumbre” (Populorum Progressio, 74)

Es a partir de estos pensamientos como desearía que se preparase la fiesta de San Vicente de este año 2008. Voy a concretar más, invitándoles a hacer algo similar a lo que se suele llamar “lectura creyente de la realidad”.

En un ambiente de oración, después de invocar al Espíritu Santo y tomar plena conciencia de la presencia del Señor en medio del grupo que se reúne en su nombre, les invito a aportar situaciones que cada uno de ustedes conoce, bien por haberlas vivido personalmente, bien por haber sido informado de ellas por los diversos medios de los que hoy disponemos. No sé si es muy atrevido proponer que, cuando sea posible, sea la misma persona que vive una situación de sufrimiento y/o de gran riesgo, quien informe al grupo.

En su segundo momento se trata de que nos dejemos “tocar”, nos dejemos “afectar” por el sufrimiento de nuestros hermanos, como se sintieron “tocados” San Vicente, Santa Luisa, Sor Rosalía Rendu, Federico Ozanam... y tantos y tantos profetas de la Familia Vicentina que nos han precedido en la fe y en el seguimiento del carisma vicentino.

El hacer al “Dios Pobre” presente en nuestra reunión, el tomar conciencia del amor de Dios hacia todos y cada uno de nosotros sus hijos e hijas, no puede dejarnos indiferentes y nos lleva al momento siguiente que es el del compromiso en una acción concreta. Se trata de aquella actitud tan vicenciana de pasar del “amor afectivo” al “amor efectivo”, y de llevarlo a la práctica inspirándonos en la palabra de Dios, en los documentos vicencianos y en los documentos de la Iglesia, sobre todo en su doctrina social.

Al entrar en esta dinámica, el texto del capítulo 25 del Evangelio de San Mateo, tan querido de San Vicente, adquiere una nueva dimensión. El “tengo hambre”, además de hambre de pan material, resonará en nosotros como una petición del pan de la Palabra, de Vida en plenitud. En el “tengo sed” oiremos también la sed de justicia. En el “estoy desnudo” escuchamos también: vísteme del derecho de ser persona, de ser tu hermano, de ser ¡hijo del mismo Padre!

Ésta es la mística que nos legó San Vicente, él nos enseñó a ser contemplativos en la acción. Estamos llamados a hacer una profunda experiencia del Dios que clama palabras de justicia y de Vida a través del empobrecido, del excluido, del olvidado del sistema y nos empuja a la construcción de una nueva sociedad verdaderamente humana, penetrada de valores evangélicos, entonces nuestra caridad será creativa y nuestra vida tendrá una palabra que decir a los que nos rodean.

Esto es lo que les propongo realizar en torno a la fiesta de San Vicente para luego, en el ofertorio de la Eucaristía del día 27, poder presentar en la patena el fruto de su reflexión y la acción concreta en favor de los pobres a la que se han comprometido.

Durante este proceso, que puede precisar de varias sesiones, será una buena ayuda retomar los cinco temas para la reflexión que preparó la Comisión para el Cambio Sistémico y que les enviamos el año pasado para preparar la fiesta de
San Vicente.

Les invito también a utilizar la oración por el Cambio Sistémico que figura en las reflexiones que les acabo de citar y que les transcribo a continuación:

Te alabamos y te damos gracias, Oh Dios, Creador del Universo.
Has hecho todas las cosas buenas, y nos has dado la tierra para cultivarla.
Concédenos que sepamos usar siempre agradecidamente las cosas creadas,
y compartirlas generosamente con todos los necesitados.
Danos creatividad en ayudar al pobre a hacer frente
a sus necesidades humanas básicas.
Abre nuestras mentes y corazones para que podamos estar a su lado y ayudarles a efectuar el cambio de aquellas estructuras que les mantiene en la pobreza. Permítenos ser hermanos y hermanas con ellos, amigos que caminan con ellos en sus luchas por los derechos fundamentales humanos.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
AMEN


Celebrando la solemnidad de San Vicente este año, pidamos al Dios de la Vida que nos ayude a ser creativos en el servicio a los Pobres.

Con gratitud al Señor por todo lo que nos permite hacer como Familia y con gratitud a ustedes por su generosidad, soy su hermano en San Vicente.

P. Gregory G, C.M.
Superior General

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