Un borracho del pueblo, muy conocido, atravezó la aldea tambaleándose. Con su hablar enredado iba anunciando: "He visto un león...he visto un enorme león... he visto un león, hip, muy horrible...". Todos los que lo oían se reían de él pensando en los efectos del alcohol sobre la fantasía, y se divertían observando al borracho.
Quince minutos más tarde, los dos primeros habitantes de la aldea caían destrozados por las garras del león.
Nos podemos preguntar: ¿por qué un anuncio tan importante tenía que ser proclamado por una persona cuyo mal estado le quitaba todo valor y credibilidad?. La distancia tan grande entre las personas en su sano juicio y la persona embriagada impidió que aquellos captasen la verdad que éste proclamaba.
La evangelización es también un anuncio, y más importante aún que la presencia del león. O si se quiere, es el anuncio de la presencia del león de Judá, como en alguna ocasión la Biblia llama a Jesucristo (Cfr Ap 5,5).
EL cuento es parte de un artículo de Vincentiana: para leerlo clic aquí.
la imagen es de: blogespierre.
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