MARÍA MUJER EN CAMINO

El P. Fernando Macías, Director Provincial HH. CC. de Chile, comparte esta reflexión para el día de la Fiesta de la Milagrosa:«”Hacer memoria”…lleva el sueño de una nueva experiencia de vida” en el camino de los humanos. El espíritu de las personas parece poder reunir en algunas fracciones de tiempo lo que se vivió durante largos años e intentar medir mejor un poco la densidad del recorrido y renovar la energía para proseguir el camino… La historia de 350 años está ahí para recordarnos cómo María ha estado siempre cercana para enseñarnos a amar, a servir, a creer y a sufrir».

“Hacer memoria”…lleva el sueño de una nueva experiencia de vida” en el camino de los humanos. El espíritu de las personas parece poder reunir en algunas fracciones de tiempo lo que se vivió durante largos años e intentar medir mejor un poco la densidad del recorrido y renovar la energía para proseguir el camino.

Cuando la Compañía quiere celebrar sus 350 años de ruta después de la muerte de los Fundadores experimenta el deber de percibir la presencia de María que la Fundadora en su Testamento llamó: “La Única Madre de la Compañía” y a la cual había consagrado su familia recientemente fundada en una emotiva celebración de la que la Catedral de Chartres fue testigo.

Catalina nos dice que la Virgen le dijo expresamente que ella “amaba la Compañía de manera particular”…lo que puede muy bien interpretarse como el deseo maternal de ver también la Compañía ir por las sendas de las exigencias del Carisma que en el momento de las apariciones vivía una crisis de fidelidad pero que puede también afectar los espíritus en los momentos que vivimos.

Que sea hoy también María esta misma Madre educadora de la Compañía para ayudarla a responder a los retos de la historia.

MARIA; Mujer de oración y de escucha de Dios como la presentó a la Iglesia el Papa Pablo VI en el documento “Marialis Cultus” 17-21 (Const. 23), ella como “Madre de la Compañía” puede recordarles que los caminos de estos 350 años, pudieron hacerse ya que la presencia de Dios vivía en el corazón de las personas dando dinamismo a los días del servicio.

Los Fundadores siempre han recordado a sus Hijas que “la oración es fundamental para tenerse en pie al servicio de los pobres (Const.21) para que éste no se reduzca a un actuar filantrópico, sino que sea expresión de una fe que sabe descubrir en el rostro del pobre, el de Jesús, en el proceso vicentino de “saber dar vuelta a la medalla”.

Los Fundadores enseñaron que María en su Fiat nos dejó el ejemplo de esta escucha y disponibilidad en las que Dios había formado a los profetas del Antiguo Testamento, y en las que también tienen una pauta los discípulos de Jesús en su educación necesaria para la misión que les sería encomendada.

El amor de predilección de María hacia a la Compañía según el testimonio de Catalina obliga hoy – en este año jubilar – a la Compañía a un examen de conciencia que pueda convertirse en una pregunta: ¿Creemos aún en la necesidad de la escucha de Dios, para vivir en coherencia con el carisma, y no dejar que el mundo sustituya a Dios reduciendo así la energía de nuestra donación de amor?

María, mujer siempre en camino para hacerse presente allí dónde se la necesitaba, puede aún hoy invitar a las Hijas de la Caridad que la celebran con amor filial “a no reducir los espacios de su acción por negligencia o pérdida de amor hacia los pobres”. Puede aún hoy, la Virgen decir a las Hijas de la Caridad que “a la escucha del Hijo de Dios no hay miseria que les sea extraña… que el Cristo las llama continuamente a través de sus hermanos enfermos, de los signos de los tiempos o de los llamados de la Iglesia” (Cf. Const. 11ª)

Ella, María, Madre de la Compañía, puede invitarles – durante este año jubilar – a no escatimar la audacia y la creatividad cuando el número se reduce o el entusiasmo se debilita ante la intensidad del trabajo o los contratiempos de la vida. Mas bien ella invita a conservar esa “juventud del Espíritu – como dijo Juan Pablo II (VC n.70): “la persona consagrada encuentra en todas las etapas de su vida, tareas diferentes para realizar, y maneras específicas de ser, de servir y amar”.

La creatividad del amor de la que nos habla la espiritualidad de nuestra familia vicentina puede siempre encontrar nuevos espacios, nuevas maneras de acercarse a los pobres, gestos renovados que dicen aún hoy a los pobres: “que ellos son nuestros amos y señores”.

María: Mujer que desde la cruz nos enseña esa capacidad de permanecer fieles a pesar de las dificultades, del dolor, o de las incertidumbres del camino. Es ella, María, como Madre de la Compañía, quién puede aún fomentar en los corazones de las Hijas de la Caridad la fortaleza frente a tantas dificultades que encuentran para vivir en fidelidad siempre renovada la “Caridad y la Misión”.

Las apariciones de 1830 han dado a la Compañía una fuerza nueva, particularmente cuando la tormenta sacudía la pequeña barca de la familia. Al presentarse con el globo en sus manos, ella tomaba cerca de su corazón a cada Hija de la Caridad para consolidarla en su camino.
A esta Madre hay necesidad de recurrir siempre, “seguros de su protección sobre todos los que la invocan” como lo decimos constantemente. Puesto que nadie está exento del dolor y de la cruz, que la intercesión de María nos ayude a permanecer como ella “junto a la cruz” como el reverso de la Medalla nos lo dice silenciosamente.

La historia de 350 años está ahí para recordarnos cómo María ha estado siempre cercana para enseñarnos a amar, a servir, a creer y a sufrir.

P. Fernando Macías F.