18 agosto 2008

RESPUESTA A UN ATEO.

El día de ayer entró un ATEO a nuestro BLOG y dejó un comentario anónimo invitándonos a ver un video de una muchacha de Estados Unidos que dice ser ATEA. Como respuesta a este comentario se publica esta entrada.
Un texto del Concilio Vaticano Segundo, con la posición de la Iglesia Católica con respecto a este agudo tema. Dios les da un reto a los ateos a través de la Virgen María en Polonia, ella dice: "Aquellos que están alejados del amor de Dios, los invito a pasar cinco minutos del día meditando en silencio en aquel Dios que dicen no existe" y yo también les dejo esta oración que hacía un Ateo ahora creyente: "Dios mío si existes, muéstramelo, para creer en ti".
En internet abundan también muchos videos de conversiones y testimonios de extaeos, excomunistas, exsatánicos, etc, etc. aquí les dejo varias páginas de la Red: http://www.desdeloalto.com/, http://www.tucristo.com, http://sanmiguelillo.blogspot.com/, http://personal5.iddeo.es/jorgeloring/dios.html, http://www.unav.es/capellaniauniversitaria/testimonios/index.htm, http://www.unrealbug.com, http://www.apologetica.org, también estás inv
itado a descargas este libro titulado: "Ateos y judíos convertidos" aquí: http://www.libroscatolicos.org/libros/defensa/ateos_y_judios_convertidos.doc,

GAUDIUM ET SPES
(Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual)

Formas y raíces del ateísmo

19. La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios. Existe pura y simplemente por el amor de Dios, que lo creó, y por el amor de Dios, que lo conserva. Y sólo se puede decir que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente ese amor y se confía por entero a su Creador. Muchos son, sin embargo, los que hoy día se desentienden del todo de esta íntima y vital unión con Dios o la niegan en forma explícita. Es este ateísmo uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo. Y debe ser examinado con toda atención.

La palabra "ateísmo" designa realidades muy diversas. Unos niegan a Dios expresamente. Otros afirman que nada puede decirse acerca de Dios. Los hay que someten la cuestión teológica a un análisis metodológico tal, que reputa como inútil el propio planteamiento de la cuestión. Muchos, rebasando indebidamente los límites sobre esta base puramente científica o, por el contrario, rechazan sin excepción toda verdad absoluta. Hay quienes exaltan tanto al hombre, que dejan sin contenido la fe en Dios, ya que les interesa más, a lo que parece, la afirmación del hombre que la negación de Dios. Hay quienes imaginan un Dios por ellos rechazado, que nada tiene que ver con el Dios del Evangelio. Otros ni siquiera se plantean la cuestión de la existencia de Dios, porque, al parecer, no sienten inquietud religiosa alguna y no perciben el motivo de preocuparse por el hecho religiosos. Además, el ateísmo nace a veces como violenta protesta contra la existencia del mal en el mundo o como adjudicación indebida del carácter absoluto a ciertos bienes humanos que son considerados prácticamente como sucedáneos de Dios. La misma civilización actual, no en sí misma, pero sí por su sobrecarga de apego a la tierra, puede dificultar en grado notable el acceso del hombre a Dios.

Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazón a Dios y soslayar las cuestiones religiosas, desoyen el dictamen de su conciencia y, por tanto, no carecen de culpa. Sin embargo, también los creyentes tienen en esto su parte de responsabilidad. Porque el ateísmo, considerado en su total integridad, no es un fenómeno originario, sino un fenómeno derivado de varias causas, entre las que se debe contar también la reacción crítica contra las religiones, y, ciertamente en algunas zonas del mundo, sobre todo contra la religión cristiana. Por lo cual, en esta génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión.

El ateísmo sistemático

20. Con frecuencia, el ateísmo moderno reviste también la forma sistemática, la cual, dejando ahora otras causas, lleva el afán de autonomía humana hasta negar toda dependencia del hombre respecto de Dios. Los que profesan este ateísmo afirman que la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de sí mismo, el único artífice y creador de su propia historia. Lo cual no puede conciliarse, según ellos, con el reconocimiento del Señor, autor y fin de todo, o por lo menos tal afirmación de Dios es completamente superflua. El sentido de poder que el progreso técnico actual da al hombre puede favorecer esta doctrina.

Entre las formas del ateísmo moderno debe mencionarse la que pone la liberación del hombre principalmente en su liberación económica y social. Pretende este ateísmo que la religión, por su propia naturaleza, es un obstáculo para esta liberación, porque, al orientar el espíritu humano hacia una vida futura ilusoria, apartaría al hombre del esfuerzo por levantar la ciudad temporal. Por eso, cuando los defensores de esta doctrina logran alcanzar el dominio político del Estado, atacan violentamente a la religión, difundiendo el ateísmo, sobre todo en materia educativa, con el uso de todos los medios de presión que tiene a su alcance el poder público.

Actitud de la Iglesia ante el ateísmo

21. La Iglesia, fiel a Dios y fiel a los hombres, no puede dejar de reprobar con dolor, pero con firmeza, como hasta ahora ha reprobado, esas perniciosas doctrinas y conductas, que son contrarias a la razón y a la experiencia humana universal y privan al hombre de su innata grandeza.

Quiere, sin embargo, conocer las causas de la negación de Dios que se esconden en la mente del hombre ateo. Consciente de la gravedad de los problemas planteados por el ateísmo y movida por el amor que siente a todos los hombres, la Iglesia juzga que los motivos del ateísmo deben ser objeto de serio y más profundo examen.

La Iglesia afirma que el reconocimiento de Dios no se opone en modo alguno a la dignidad humana, ya que esta dignidad tiene en el mismo Dios su fundamento y perfección. Es Dios creador el que constituye al hombre inteligente y libre en la sociedad. Y, sobre todo, el hombre es llamado, como hijo, a la unión con Dios y a la participación de su felicidad. Enseña además la Iglesia que la esperanza escatológica no merma la importancia de las tareas temporales, sino que más bien proporciona nuevos motivos de apoyo para su ejercicio. Cuando, por el contrario, faltan ese fundamento divino y esa esperanza de la vida eterna, la dignidad humana sufre lesiones gravísimas -es lo que hoy con frecuencia sucede-, y los enigmas de la vida y de la muerte, de la culpa y del dolor, quedan sin solucionar, llevando no raramente al hombre a la desesperación.

...Nadie en ciertos momentos, sobre todo en los acontecimientos más importantes de la vida, puede huir del todo el interrogante referido. A este problema sólo Dios da respuesta plena y totalmente cierta; Dios, que llama al hombre a pensamientos más altos y a una búsqueda más humilde de la verdad.

El remedio del ateísmo hay que buscarlo en la exposición adecuada de la doctrina y en la integridad de vida de la Iglesia y de sus miembros.

La Iglesia, aunque rechaza en forma absoluta el ateísmo, reconoce sinceramente que todos los hombres, creyentes y no creyentes, deben colaborar en la edificación de este mundo, en el que viven en común. Esto no puede hacerse sin un prudente y sincero diálogo. Lamenta, pues, la Iglesia la discriminación entre creyentes y no creyentes que algunas autoridades políticas, negando los derechos fundamentales de la persona humana, establecen injustamente. Pide para los creyentes libertad activa para que puedan levantar en este mundo también un templo a Dios. E invita cortésmente a los ateos a que consideren sin prejuicios el Evangelio de Cristo.

La Iglesia sabe perfectamente que su mensaje está de acuerdo con los deseos más profundos del corazón humano cuando reivindica la dignidad de la vocación del hombre, devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya de sus destinos más altos. Su mensaje, lejos de empequeñecer al hombre, difunde luz, vida y libertad para el progreso humano. Lo único que puede llenar el corazón del hombre es aquello que "nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti".Todos los Derechos Reservados. Tomado de la página oficial del Vaticano. Copyright.


He aquí tan sólo una pequeña lista de Convertidos:
Agustín María Schowaloff. Illemo Camelli.Charles de Foucauld. Lecompte de Noüy.Joergensen. Eva Lavallière. Charles Nicolle.Henri Ghéon. Huymans. Evelyn Waugh.Peter Wust. Daniel Rops.Leonard Cheshire. Fred Copeman. Adolfo Retté.Takashi Nagaï. Giovanni Papini. Jacques Maritain. Maria Meyer-Sevenich. Alberto Leseur.Paul Claudel. Martin Bormann. Regina García.Ignace Lepp. Alexis Carrel. García Morente.Pieter van der Meer. María Benedicta Daiber.Douglas Hyde. Dorothy Day. Svetlana Stalin.André Frossard. Sergio Peña y Lilio. Sandra Elam.Janne Haaland Matlary. Vladimiro Roca. Narciso Yepes.Leonardo Mondadori. Vittorio Messori. Hermann Cohen. Teodoro de Ratisbona.Alfonso María de Ratisbona. Henri Bergson.Edith Stein. Max Jacob. Raphael Simon.Kenneth Simon. René Schwob. Jean Jacques Bernard.Eugenio Zolli. Karl Stern. Bernard Nathanson. Jeri Westerson.Jean Marie Lustiger. Martin Barrack. José Cuperstein.Sr. Mary of Carmel.

(Fotografías: John Jairo Valencia, Stuardo Maroquín Fusagasugá Cundinamarca Colombia)

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